MIGUEL PANADÉS

Bastaron los primeros cuarenta minutos de la jornada inaugural para que todos los aficionados y protagonistas de la competición asumieran que lo que tenemos por delante es un apasionante e intenso viaje por el baloncesto y todas sus realidades, las bellas y las crueles, las que se escriben en los libros de aventuras y por supuesto las que se viven sobre el parquet de una pista de baloncesto. Bastó una puesta escena sencilla en el envoltorio pero profunda en el sentimiento para la obra adquiriese, desde el primer acto, una fuerza emocional que sin duda nos hará seguirla con atención semana a semana hasta el desenlace final.

Se califica de sorpresa el hecho de que el favorito pierda el primer partido en casa o que los debutantes asalten a equipos consolidados en la máxima categoría del baloncesto femenino español y sin embargo nuestro deporte tiene argumentos de sobra para explicar que cuando el balón se pone en juego y el luminoso empieza a descontar segundos entran en juego, además de factores relacionados con la táctica, técnica y condición físico, otros mucho más influyentes en la primera jornada como son los psicológicos. El primer partido, si se juega en casa y las locales parten como favoritas, se convierte en una trampa que atenaza a las protagonistas y desespera a los entrenadores.

Si analizamos los resultados veremos como los que llegan a la nueva temporada con la inercia ganadora de la temporada anterior, es decir, los recién ascendidos, pues siguen disfrutando de ese “viento a favor” y, sin demasiada presión y mucha ilusión, son capaces de mirar a los ojos al rival y gritar bien alto que si están en esta liga de máximo nivel es porque se lo merecen. De la misma manera que al candidato a todo y en su debut oficial ante un público que le exigirá ganar siempre le pueden pesar los piernas y encoger la muñeca tal y como sucedió ante además un rival, buen rival, que llega con la motivación que suele provocar la llegada de un nuevo y carismático entrenador.

En todo caso contemplamos lo sucedido en una primera jornada que siempre se convierte en una caja de sorpresas porque los equipos todavía andan cogidos por alfileres y nunca se acaba de saber a ciencia cierta el rendimiento que darán los nuevos sistemas o las nuevas jugadoras. Nada está escrito de antemano en la Liga Femenina y mucho menos y tal como me recordaba un entrenador en la previa, en una competición mucho más en la pista que lo puedan indicar las diferencias presupuestarias.